LA JORNADA

Bolivia: ¿Golpe de Estado o rebelión ciudadana contra fraude electoral?

Un retrato del expresidente Evo Morales yace roto en el piso de la residencia de Morales en Cochabamba, la cual fue destruída por opositores luego de conocerse su renuncia.

La izquierda y la derecha en América Latina y otros países del mundo se debaten sobre si los hechos que desembocaron en la renuncia del expresidente de Bolivia Evo Morales constituyeron un “golpe de Estado” o si fue el resultado de una rebelión popular contra un cuestionado proceso electoral.

Analistas consultados por la Voz de América, ofrecieron sus versiones sobre los recientes acontecimientos en Bolivia.

“No fue un golpe de Estado en absoluto. Aquí hubo un fraude electoral y como resultado del fraude el pueblo boliviano salió masiva y pacíficamente a pedir su renuncia”, dijo el exembajador de Bolivia ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Jaime Aparicio, desde Washington.

El diplomático explicó que se trató de la “gigantesca movilización popular contra alguien que cometió el grave delito de un masivo fraude electoral”.

“Si hubiera habido un golpe militar, ahorita habría un militar a cargo de la presidencia”, afirmó. “Esto ha sido un movimiento masivo de los bolivianos porque Morales ha cometido un delito comprobado por la OEA, que fue el fraude electoral más grande en la historia de Bolivia”, agregó Aparicio.

La Constitución boliviana establece que al renunciar el presidente y el vicepresidente, corresponde al presidente del Senado asumir como presidente interino, mientras se convoca a nuevas elecciones.

Pero Adriana Salvatierra, presidenta de la Cámara de Senadores y aliada de Morales, también presentó su renuncia, dejando al país en una situación de vacío de poder. Le correspondería luego al presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, pero éste también renunció.

La siguiente persona en línea para la sucesión presidencial sería la vicepresidenta del Senado, Jeanine Añez, de la oposición y quien dijo estar dispusta a asumir la presidencia para convocar a nuevas elecciones.

Manuel González Sanz, exjefe de la delegación observadora de la OEA que estuvo en Bolivia para monitorear las elecciones y excanciller de Costa Rica, dijo no coincidir con quienes califican lo ocurrido en Bolivia como un golpe de Estado.

“Yo no calificaría como golpe de Estado la situación, en este momento”, afirmó González en entrevista telefónica con la VOA

“Si se diera una situación de vacío de poder que fuera llenado por personas que no fueran electas democráticamente, entiéndase, si hubiera una intervención de los militares, por supuesto no dudaría en cambiar mi parecer pero en este momento no lo puedo calificar de esa manera”, afirmó.

González dijo además que “lo que procede” y a su parecer está en camino de suceder es dar una solución institucional de conformidad con lo que dispone la Constitución.

“En este momento sería la segunda vicepresidenta del Senado la que asumiría la cabeza del poder ejecutivo una vez sea formalmente investida en esa condición”, explicó.

Afirmó que lo más importante es que se sigan los pasos adecuados que determina la normativa boliviana y conocerse formalmente la renuncia del presidente y vicepresidente por parte de los órganos legislativos.

“No tengo los elementos en este momento para clasificarlo como golpe de Estado y no coincido con los que tienen esa apreciación”, señaló González.

La decisión de la policía de replegarse a los cuarteles y no reprimir las protestas masivas por el fraude, tuvo sus orígenes en el rechazo a los intentos del gobierno de Morales por adoctrinar a los policías y comprometerlos en obligatorios cursos con matices de ideología de izquierda.

Ya en el 2016 se había dado un conflicto tras el cual Morales quitó a la policía la función de emitir cédulas y licencias de conducir. También estaba en pie un reclamo y descontento en la policía por temas salariales.

Un cuartel de la policía en Cochabamba fue el primero en amotinarse el pasado viernes ​y rehusarse a actuar contra las protestas.

Horas más tarde, los altos mandos policiales informaron a Morales que no actuarían contra la ciudadanía que protestaba por el fraude electoral, documentado y denunciado por la OEA. Dos días después, Morales anunciaba su renuncia “para preservar la paz”.

Los aliados de Morales

Pero aunque ningún militar, o ninguna junta militar o policial se han posicionado como la autoridad del país, los aliados de Morales han caracterizado los hechos como un golpe de Estado en el que se obligó a Morales a renunciar.

“La derecha con violento y cobarde golpe de Estado atenta contra la democracia en Bolivia. Nuestra enérgica condena al golpe de Estado y nuestra solidaridad con el hermano Pdte Evo Morales. El mundo se debe movilizar por la vida y la libertad de Evo”, dijo en un tuit el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.

Otros, como el presidente en disputa de Venezuela, Nicolás Maduro, intentaron dar a los acontecimientos una connotación racista al afirmar que “los movimientos sociales y políticos del mundo nos declaramos en movilización para exigir la preservación de la vida de los pueblos originarios bolivianos víctimas del racismo”.

Pero Antonella Marty, directora adjunta del Centro para América Latina del Atlas Network, un organismo de investigación y análisis, rechazó tajantemente los alegatos de golpe de estado de la izquierda.

“Lo que aconteció en Bolivia fue una clara expresión por parte de la ciudadanía, la política boliviana y las fuerzas policiales ante el hartazgo de los abusos inconstitucionales de Evo Morales, quien, aferrado al poder, no quiso respetar el Estado de Derecho y el sistema democrático desde hace mucho tiempo”, dijo Marty a la Voz de América, en un mensaje de texto.

Afirmó que no fue un golpe de Estado, “fue un pueblo exigiendo los valores de la democracia, la libertad y el fin del abuso totalitario de un líder que se creyó dueño del país durante más de una década”.

Sobre la izquierda en la región, a la que catalogó de “hipócrita”, dijo: “Para la izquierda latinoamericana esto es un golpe de estado, para ellos (el presidente de Chile, Sebastián) Piñera debe renunciar y Evo mantenerse en el poder perpetuamente. Eso demuestra que la izquierda es funcional a los intereses de sus líderes que se enriquecen a costa del poder, esa izquierda nunca es funcional a los buenos valores porque no cree, en definitiva, en ellos”, afirmó.

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