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actualizado 2 de agosto 2010

 
Kosovo
 
Por Isaac Bigio  
(Gráfico)

Hoy solo 69 de los 192 miembros de las Naciones Unidas y 3 de los 5 integrantes permanentes de su Consejo de Seguridad reconocen a Kosovo

La Corte internacional de justicia de La Haya dictaminó el 22 de julio que no fue ilegal la declaración unilateral de independencia de Kosovo. Esta resolución, si bien no implica que se acepte dicha decisión, ha de tener importantes repercusiones en la geopolítica global.

Hoy solo 69 de los 192 miembros de las Naciones Unidas y 3 de los 5 integrantes permanentes de su Consejo de Seguridad reconocen a Kosovo. Si esta antigua provincia autónoma de Serbia logra incorporarse a la ONU, tal como exige EEUU, se abren las compuertas para que decenas de otras provincias o etnias pudiesen pedir más adelante su integración a ésta.

Hay un ente, la UNPO (Organización de Naciones y Pueblos No Representados) que agrupa a 54 pueblos que tienen anhelos de convertirse en Estados. Para que las Naciones Unidas puedan incorporar a un nuevo asociado se requiere una serie de requisitos, pues, de lo contrario, esta cree que se podría dar luz verde a una serie de fragmentaciones y choques entre naciones.

Uno de los criterios que ésta ha tenido es que el país que solicite ser parte de la ONU haya sido una entidad con fronteras y administración previas claramente demarcadas, ya sea por haber sido una colonia dentro de un imperio o una república dentro de una federación multinacional.

Las naciones Unidas han aceptado a un centenar de antiguas dependencias de Asia, África, el Caribe y Oceanía pero se han negado a reconocer la soberanía de Biafra, Katanga, Kurdistán o de los mapuches pues estas zonas (si bien están pobladas por etnias con características muy diferenciadas de su entorno) nunca adquirieron un status de administraciones separadas durante las épocas en las que fueron parte del último imperio que las dominó.

En el caso de las 3 antiguas federaciones socialistas de Europa del este la ONU ha aceptado la independencia de las 15 repúblicas que conformaron antes a la Unión Soviética, las 6 de Yugoslavia y las 2 de Checoslovaquia. Sin embargo, ésta aún se niega a reconocer la soberanía de cualquiera de las entidades autónomas que antes de la desintegración de dichas federaciones contenía cada una de esas repúblicas confederadas.

Kosovo nunca adquirió el status de república dentro de la federación yugoslava. Allí ésta tuvo el rango de ser una de las dos provincias autónomas de la república de Serbia.

Los kosovares, empero, sostienen que ellos tienen tanto o más derecho a la secesión que las 6 repúblicas en las que se desintegró dicha federación. Esto porque, a diferencia de ellas, son la única región de mayoría no eslava y porque, salvo el caso de Eslovenia, es el único territorio donde hay al menos un 90% de sus habitantes que pertenecen a la etnia separatista.

El veto contra el reconocimiento de Kosovo lo plantean Estados que tienen miedo que ello daría lugar a que sus propios países se fragmenten: España por los vascos, catalanes, gallegos y canarios; Grecia y Chipre por los turcos chipriotas; Argentina por los británicos de Las Malvinas; Rusia por Chechenia y otras regiones: China por Tíbet y Xinjiang; etc.

El dilema albanés

Tras la II Guerra Mundial una serie de naciones quedaron divididas en diferentes Estados. Tenemos 3 tipos de casos diferentes. Uno es el de pueblos históricos escindidos en torno a modelos sociales contrapuestos. Otro es el de naciones antiguas fraccionadas entre diversas repúblicas. Por último está el caso de importantes partes de una determinada nación que quedaron fuera del territorio en el cual el grueso de ésta conformó un Estado.

En el primer caso tenemos 5 ejemplos. Estos son Vietnam (reunificada en 1975 bajo la égida del partido comunista), Alemania y Yemen (reunificados por los capitalistas tras su victoria en la guerra fría), y Corea y China (quienes permanecen separadas).

En el segundo caso vemos a muchas naciones que siguen repartidas entre diferentes repúblicas: los tamiles entre India y Sri Lanka, los kurdos entre Iraq, Irán, Turquía, Siria y la URSS, los vascos entre España y Francia, los baluches entre Irán y Pakistán, etc. En las Américas hay también movimientos que reclaman la soberanía y unificación de distintas nacionalidades indígenas (como los aymaras, mapuches o quechuas), aunque éstos nunca han llegado a tener el peso que similares corrientes los tienen en el viejo mundo.

En el tercer caso se incluyen a experiencias como las de los húngaros, albaneses o rumanos que, durante la II Guerra Mundial se reunificaron como naciones bajo el control de amigos de Hitler, pero que tras la victoria aliada se les fragmenta. Después de 1945 una gran parte de las poblaciones mayoritariamente húngaras fueron ‘devueltas’ a sus vecinos Rumanía, Checoslovaquia y Yugoslavia, Moldavia fue separada de Rumanía (con quien comparte la misma lengua e historia) para ser re-incorporada a la Unión Soviética y los territorios albaneses de Kosovo y Macedonia occidental fueron ‘retornadas’ a Yugoslavia.

En relación a esos 3 casos las Naciones Unidas han respondido de distintas maneras. La ONU ha reconocido la partición de naciones entre repúblicas con sistemas socio-económicos opuestos y también su posterior reunificación. En el caso chino ésta tras haber reconocido solo a la pequeña república capitalista (la de Taiwán) da un vuelco cuando EEUU acepta a la de Mao y desde entonces los taiwaneses, si bien se mantienen como un Estado aparte, están bajo el dilema de tener que reintegrarse a la China ‘roja’ o la de declararse como una nación aparte (con el consiguiente riesgo de provocar una invasión desde Beijing).

Con respecto a las naciones desperdigadas entre diversos Estados reconocidos, la ONU ha evitado aceptar a cualquiera de éstas. A lo más que ha intercedido es para pedir que se respeten sus derechos democráticos y una serie de grados de autonomía dentro de las repúblicas donde se mantienen.

En cuanto a la tercera categoría la situación es más compleja. La ONU ha aceptado a Moldova (pues Rumanía no lo objeta) pero no a la republica turca de Chipre (vetada por Grecia, Chipre y la UE). Lo que pase en torno a Kosovo puede inclinar la balanza. Los habitantes de este país son mayoritariamente albaneses, quienes durante la II guerra mundial y antes de la I Guerra Mundial fueron parte de los mismos estados donde estaban el resto de los albaneses. Sin embargo, Serbia apuntalada por Rusia objeta ello.

Si Washington vence se da pie a que nuevas naciones pidan ser Estados, si Moscú impide ese triunfo se frenan muchas posibles expansiones de miembros de la ONU.

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