Aunque la conquista de América al precio  del genocidio indígena, realizada por los europeos durante el siglo XVI se hizo  invocando la sacra inspiración, el defensor de los nativos Fray Bartolomé de  las Casas atisbó que las estas causas santas en realidad habían muerto, y que  “destruir tantas y tales infinito número de ánimas los cristianos han sido  solamente por tener fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves  días y subir a estados muy altos sin proporción a sus personas”. 
                  Una explicación similar podría tentarse con  respecto a la sangrienta riña que se ha desatado en el seno de la Alianza de  Movimientos que llevaron al poder al obispo Fernando Lugo, quienes invocaron  las más puras y sagradas razones altruistas durante su campaña proselitista,  concluída el 20 de abril, para zambullirse en una brutal riña por cargos a  partir del día 21. 
                    
                  Ya lo sentenció Montalvo, para la codicia  nada es sagrada y si el Ave Fénix cayera en sus manos, se la comería o la  vendería. 
                  La pugna que ha inficionado por dentro a  todos los movimientos de la “alianza” que hoy se desangran luchando por todas y  cada una de las posiciones dentro de la administración del estado, desde los  puestos prebendarios en las binacionales hidroeléctricas hasta las labores  menores de los puertos. 
                  Y todo sea por no entregar el oro de  Itaipú, algunos referentes del gobierno teocrático del obispo Fernando Lugo se  mostraron dispuestos a retroceder al estado confesional, entregando dinero  público a la misma iglesia católica en su afán de no rendir cuentas al Congreso  Nacional. 
                  Por si fuera poco presentarse como un grupo  marxista después de haber recibido financiación de USAID por intermedio de la  ONG Gestión Local, utilizada como mampara para financiar la campaña del obispo,  y haber sido promocionado por la prensa de la secta Moon, el movimiento originario  del obispo Fernando Lugo –Tekojojá- ahora se encuentra en el centro de una  escandalosa polémica por sus manejos mafiosos y corruptos. 
                  Una verdadera organización para delinquir  se había gestado en el seno de este grupo, con el trasfondo de los multimillonarios  fondos del Plan de Terminación de Yacyretá. 
                  De acuerdo a las denuncias del consejero  Roberto Paredes, el miembro de Tekojojá Marcelo O’Hara, uno de los técnicos  despedidos de forma reciente y que se desempeñaba como gerente del PTY y jefe  del Departamento de Obras Complementarias, estaba directamente vinculado a la  formación de un consorcio llamado Holding de Empresas del Sur. El grupo estaba  formado por once empresas de Ciudad del Este, cuyos componentes son todos  miembros del Movimiento Popular Tekojoja, quienes exigían con la Entidad  Binacional Yacyretá para obtener millonarias ganancias. 
                  La contraparte acusa a Paredes de consentir  millonarios pagos de la binacional por piedras de una cantera que en realidad  forma parte del patrimonio de la entidad, entre otras imputaciones. Una  funcionaria despedida, al margen de todo el escándalo desatado por la interna  de Tekojoja, acusa al director paraguayo de Yacyretá de haberla acosado  sexualmente. Como guinda de la torta el Sindicato de Trabajadores de la  Universidad Católica, en una carta dirigida al director de la binacional,  repudia “la persecución sindical desatada en la EBY, expresada con el despido  de 3 miembros de la Comisión Directiva de Yacyretá Sindical, con estabilidad  sindical”. 
                  En el mismo sentido se expresaron las  autoridades de otros sindicatos entre ellos el del Periodistas del Paraguay, de  Técnicos Forestales del Paraguay, de la Federación de Trabajadores Municipales  del Paraguay, del Crédito Agrícola de Habilitación y del Sindicato Nacional de  Trabajadores Guardias de Seguridad y Afines del Paraguay entre otros. 
                    
                  Las denuncias demuestran que el movimiento  no era invulnerable, y ya se encuentra partido en dos antes de lograr el  estatus de partido político. 
                  “El ingeniero Carlos Cardozo (titular de la  EBY) tomó decisiones bajo su entera responsabilidad todo el tiempo que lleva en  funciones como director de Yacyretá, lo mismo que los demás miembros de  Tekojoja (funcionarios del ente) y, por tanto, cada persona es responsable de  los aciertos y desaciertos de sus actos”, dice un tardío comunicado del  movimiento, cuando ya sus adversarios políticos han emitido todo tipo de  adjetivos, frotándose las manos, ante el bochornoso espectáculo del descalabro  moral de Tekojojá. 
                  Y mientras los integrantes de Tekojojá se  abocan a disputarse los jugosos contratos de Yacyretá, organizaciones  defensoras de derechos humanos han denunciado que sigue campeando la impunidad  para los represores vinculados a la dictadura anticomunista de Alfredo  Stroessner, los campesinos denuncian al gobierno por proteger a los  latifundistas brasileños que trafican transgénicos y expulsan a labriegos de  sus tierras en nombre de la modernidad para unos pocos promovida por la  transnacional Monsanto, los campesinos sin tierras y activistas sin techos caen  asesinados en desalojos por las balas asesinas de los escuadrones de la muerte  del ministerio del Interior, radioemisoras de la oposición son atacadas por  grupos de fanáticos adictos al gobierno del obispo y sus equipos de transmisión  son incinerados, los gremios denuncian persecución sindical y hasta se ha  elevado una denuncia por torturas en centros de detención a la Comisión  Interamericana de Derechos Humanos. 
                  Sin ninguna duda, la antigua tierra sin mal  que los jesuitas lograron convertir en una factoría industrial capaz de  despertar recelos en Roma y la corona, se encuentra cada día más lejos de la  Tierra prometida.