Con la elección de Modi, reviven las esperanzas para la juventud desempleada, pero al mismo tiempo surgen interrogantes sobre el destino de la República
La República de la India es un país ubicado en Asia del Sur. Es el séptimo país más extenso y el segundo más poblado. Sus elecciones son de vital importancia en la geopolítica del mundo multipolar.
Ha sido electo el neoliberal Narendra Modi, soltero, de 63 años, hijo de un humilde vendedor de té, proveniente de los bajos estratos de la subcasta de los ghanchis. La explosión demográfica cuyos dos tercios cuentan con menos de 35 años encarna una profunda revolución social al defenestrar a la élite que forjó la independencia, actualmente reducida a 44 escaños del total de 545 de su parlamento (Lok Sabha).
La prensa británica (The Economist y The Financial Times) festeja la odisea de Narendra Modi, mientras los medios chino-rusos guardan silencio.
The New York Times y The Washington Post externan el punto de vista de la Administración Obama, que desea reparar las menoscabadas relaciones con la India, debido, en parte, al reciente maltrato de una funcionaria consular en Nueva York expulsada sin tacto alguno. Su gobierno busca desagraviar las relaciones con un personaje como el futuro “Primer Ministro”, a quien cancelaron su visa de entrada a Estados Unidos.
Con la elección de Modi, reviven las esperanzas para la juventud desempleada, pero al mismo tiempo surgen interrogantes sobre el destino de la República, especialmente su frágil equilibrio con la poderosa minoría islámica.
La prensa occidental destaca el modelo Guyarat, donde Modi experimentó su característico neoliberalismo hindú, cautivando a un amplio sector de la población por su manejo de la mercadotecnia política permeada en la burguesía, en la pujante clase media y en un sector de la subsidiada clase rural (otrora bastión electoral del Partido del Congreso).
En el sector económico, según The Economist, hay que sanear los bancos arruinados que pueden alcanzar el 4% de su PIB y que en términos relativos, es ligeramente mayor al rescate bancario de Wall Street. Habrá recuperación cuando los bancos sean suficientemente sólidos para financiar una nueva fase de inversiones y así romper el ciclo de desestabilizadora estanflación.
La revista británica flirtea con la infausta abolición del mercado agrícola manejado por el Estado, a fin de reducir los altos precios alimentarios. Dado el estallido demográfico juvenil, más de 10 millones de personas entrarán anualmente al mercado laboral en la próxima década, demandando la creación de más empleos decentes.
A nivel regional, India es toda una potencia del océano Índico; vecina de dos potencias nucleares, la islámica Pakistán (con la que ha tenido tres guerras) y China (con la que libró otra); sostiene excelentes relaciones militares con Rusia y altibajos con Estados Unidos, que busca desligarla de los BRICS, para crear un eje con Japón-Australia en Asia y cercar a China.
India depende de las importaciones petroleras y conserva excelentes relaciones con la teocracia chiíta, pese a las sanciones contra Irán. Con el abrumador ascenso de Modi al poder, aún no se sabe si se quebranta o se consolida el bloque de los BRICS, cuya cumbre en Fortaleza (Brasil) en julio significará una de las pruebas sustanciales de la nueva India.
Todo estriba en la decisión que adopte Narendra Modi, quien ha colocado a India en una encrucijada entre el choque de civilizaciones y su creativo diálogo. En este país tan complejo, no proceden las fórmulas simplistas; dependiendo del abordaje de la hipercompleja ecuación multidimensional, en sus varios niveles se pueden sacar conclusiones susceptibles de ser ventajosas o peligrosas para el orden local, regional y global.
El paso de Narendra Modi por el grupo paramilitar islamófobo Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS) provoca sobresaltos en todo el sur y sudeste asiáticos, donde viven más de mil millones de musulmanes: 62% del total global de mil 600 millones.
¿Podrá Modi mantener tal relación contra los hondos avatares del hinduismo militante?
*Diplomático, jurista y politólogo.